La
abuela de Andrés había pasado con ellos unos días y, antes de
irse, le puso a Andrés en la mano un billete de 20 francos.
-No
se lo digas a tus padres -le susurró al oído. Siempre dicen que te
mimo demasiado.
Aquella
misma mañana terminaron de instalar la feria en la plaza del pueblo.
Andrés corrió a buscar a su amigo Eduardo y los dos salieron a ver
las atracciones. Se divirtieron mucho. Montaron en el tren fantasma,
en la noria, en los caballitos y, al volver a casa, se dieron cuenta
de que se lo habían gastado casi todo.
Vieron
entonces una caseta de tiro con anillas. Andrés compró cinco. No
acertó con la primera anilla, tampoco con la segunda, la tercera y
la cuarta. Pero con la quinta ganó un precioso frasco de perfume,
que le entregó rápidamente el feriante.
-¿Qué
vamos a hacer nosotros con un perfume? -preguntó Eduardo.
-Vamos
a enviárselo a mi abuela -decidió Andrés. Después de todo, sin
ella no lo habríamos pasado hoy tan bien.
Emplearon
el dinero que quedaba en comprar unos sellos y le enviaron el perfume
a la abuela. Andrés escribió en el paquete las siguientes palabras:
«¡No se lo digas a papá ni a mamá, dirían que te mimo
demasiado!»
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anonimo cuento - 064
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