La
mujer de un granjero era miope, muy miope. Un día, sus gallinas, sus
patas y sus ocas pusieron huevos al mismo tiempo. Pollitos, patitos y
ansarones se parecían tanto, que casi no conseguía distinguirlos.
-¡Hazles
unos gorritos de diferente color! -exclamó en broma el granjero.
Pero su mujer se lo tomó en serio.
Los
chiquitines estaban muy contentos, cada uno con su gorrito, cuando
iban de paseo. Sin embargo, en el pueblo todos se reían de ellos.
La
mujer del granjero sabía que las bromas iban dirigidas contra ella
y, dejando a un lado su orgullo, fue a comprarse unas gafas. A la
vuelta, ella misma se rió al ver a los pollitos, patitos y ansarones
disfrazados de esa manera.
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anonimo cuento - 063
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