Al
asomarse a la ventana, la anciana señora María vio que un vagabundo
estaba robando sus manzanas. Abrió de par en par las ventanas y
gritó:
-¡Al
ladrón!
El
hombre salió huyendo y ella lo persiguió hasta la calle,
vociferando todo lo fuerte que podía:
-¡Al
ladrón!
Todo
el mundo echó a correr tras el hombre, pero él fue más rápido.
De
pronto, al doblar una esquina, apareció un perrito en medio de la
acera y el ladrón tropezó con él. Antes de que pudiera levantarse,
ya estaba rodeado por sus perseguidores.
Todos
empezaron a hacer carantoñas al perro, que no comprendía lo que
allí ocurría. Antes bien, estaba furioso por haber dejado escapar
el gato al que perseguía.
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anonimo cuento - 064
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