Cuando
a Pedro le regalaron su primera bicicleta, aprendió a montar en muy
poco tiempo. En dos días escasos se había convertido en un experto,
¡tan bien montaba que decidió enseñar a su perro!
Le
hizo sentarse en el suelo y le enseñó cómo subir las patas para
agarrar el manillar y cómo pedalear con las patas de atrás. El
animal parecía muy hábil. Entonces, Pedro lo subió en el sillín
pero, en cuanto lo soltó, la bici se torció y el perrito fue a caer
sobre un gato, que exclamó:
-¡Se
puede saber qué haces!
-Estoy
aprendiendo a montar en bicicleta.
-¿Por
qué haces eso? ¿Acaso juega Pedro con tu hueso?
-¡No!
-Entonces,
¿por qué tienes tú que aprender a montar en bici?
Como
el perro no sabía qué contestar, decidió que esta primera
lección sería también la última.
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anonimo cuento - 063
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