A
Castaño, el conejo, le gustaba contemplar el campo de coles cercano
a su casa.
Quizá
porque había nacido de la cáscara verde de una castaña y el color
de las coles se lo recordaba.
Lo
cierto es que Castaño tenía la ilusión de hacerse una pequeña
guarida entre las coles. Ya había desbrozado un poco el terreno
cuando, de pronto, una col hizo ¡nami y agarró con la boca al pobre
conejo. Si no llega a ser porque el dueño del campo pasó por allí,
al rato, a cortar la col, Castaño habría pasado el invierno en tan
incómodo lugar. La col dejó escapar a Castaño, quien corrió junto
a sus papás y recobró la tranquilidad en el bosquecillo de
castaños.
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anonimo cuento - 064
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