Ricardo
era un niño que nunca obedecía a su madre. Un día, le prohibió
que saliera porque el ciervo mágico acababa de escaparse del zoo.
Pero,
en cuanto su madre se dio media vuelta, Ricardo salió corriendo a
jugar fuera. No había dado ni dos pasos, cuando oyó el galope del
ciervo mágico. Ricardo no tuvo tiempo de esconderse. El ciervo lo
subió a su grupa y se lo llevó lejos. Antes de que el niño,
aterrorizado, tuviera tiempo de hacer nada, el ciervo volaba ya sobre
las montañas.
-¿Adónde
me llevas? -le preguntó el niño.
-¡A
un sitio en el que nunca podrás desobedecer!
-¡Por
favor, llévame a mi casa! Te prometo que nunca más desobedeceré a
mi madre.
-¿Me
lo prometes de verdad?
Ricardo
se lo prometió solemnemente. De esta forma, volvió a su casa sin
saber si todo había sido un mal sueño.
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anonimo cuento - 063
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