Llovía
muy fuerte, pero Elena y María no soportaban estar más tiempo
encerradas en casa. Le pidieron a su madre que las dejara salir.
-Si
cogéis los paraguas... -dijo, por fin, la madre.
-¿Por
qué se llaman paraguas? -inquirió María.
-Las
mujeres -como los gatos- siempre han tenido horror a mojarse. Por eso
se pensó, para protegerlas de la lluvia, en hacer impermeables las
telas de las sombrillas que utilizaban para protegerse del sol y
conservar su piel blanca y suave.
-¡Ah!
Bueno, ¿nos vamos? -dijo María.
-Y
después, si ya no llueve, guardaré mi paraguas para que me sirva de
sombrilla y me proteja del sol. Así siempre tendré la piel blanca y
muy suave -concluyó Elena.
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anonimo cuento - 063
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