Érase
una vez una pobre campesina que encontró trabajo en palacio. Como
era muy guapa, el rey se enamoró de ella a primera vista. Pronto se
celebraron las bodas y la joven hizo venir a sus padres para que
conocieran a su marido.
El
anciano matrimonio se extrañó al ver lo que el príncipe sostenía
en la mano.
-¿Es
una manzana? -preguntó el hombre a su mujer.
-Sí,
sí. ¡Es una manzana!
-¡Pues
que venga a la granja y le daré sacos de manzanas más maduras que
esa!
Durante
el banquete que el príncipe había mandado preparar en honor de su
joven esposa, el padre le invitó a ir a su granja:
-¡Te
daré sacos de manzanas mucho más brillantes que la tuya!
El
joven rey sonrió y le tendió la manzana de oro.
El
campesino la mordió inútilmente y añadió:
-No
sólo puedo darte muchas más sino que, además, son comestibles.
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anonimo cuento - 063
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