Ángeles
perdió un día su pelota en el bosque. La había dejado en el suelo
para coger unas flores y la había dejado olvidada.
Dos
ardillas quisieron comérsela pero, en cuanto la probaron, les
pareció que tenía un sabor horrible.
Un
pájaro acertó a volar sobre ella:
-Es
una pelota, ese juguete que tanto gusta a los niños. Ángeles la ha
perdido y no sabe dónde está -gorjeó.
Las
ardillas, sintiéndose culpables, la llevaron rodando hasta donde
vivía Ángeles.
A
la mañana siguiente, cuál no sería su sorpresa al encontrar la
pelota junto a su casa.
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anonimo cuento - 063
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