39. Cuento popular
Éste era un rey que tenía
un hijo. Y murió el padre y quedó el hijo de rey. Pero como estaba soltero, le
dijo a su madre la reina que iba a salir por el mundo a ver si encontraba novia
con quien casarse. Y le dib la madre mucho dinero y se marchó.
Y venga a caminar y venga
a caminar, hasta que ya tenía mucha hambre y mucha sé, pero no encontraba ni
comida ni agua. Y venga a caminar y venga a caminar, hasta que ya se encontró
tres naranjas. Y se apeó de su caballo y las cogió y dijo:
-Güeno, pues gracias a
Dios que ya he encontrao siquiera con que mojarme los labios.
Y va y parte una naranja.
Y al partirla, salió de la naranja una dama muy guapa y le dijo:
-Dame pan.
Y le dice él:
-No te puedo dar pan
porque no lo tengo.
Y entonces le dice ella:
-Pues si no tienes pan,
dame agua.
Y le dice él:
-No te puedo dar agua
porque tampoco la tengo.
Y entonces dijo la dama:
-Pues entonces a mi
naranja me vuelvo.
Y se metió otra vez en la
naranja y quedó la naranja como antes de partirla.
Gueno, pues, entonces se
puso el rey muy triste y dijo:
-¡Ay, si yo tuviera pan y
agua! ¿De qué me sirve ser rey y llevar tanto dinero cuando no encuentro ni pan
ni agua que comprar?
Y otra vez se marchó
camino alante. Y ya otra vez se moría de hambre y sé y dijo:
-Pues no hay más remedio
que partir otra naranja.
Y partió otra naranja y
salió de ella otra dama, más guapa que la otra, y le dijo:
-Dame pan.
Y él le contesta:
-Pero si no lo tengo, ¿de
dónde te lo voy a dar?
Y dice entonces ella:
-Pues si no tienes pan,
dame agua.
Y él le dice:
-Pero si tampoco agua
tengo, ¿de dónde te la voy a dar?
Y dice ella:
-Entonces a mi naranja me
vuelvo.
Y se metió en su naranja
y la naranja quedó como antes.
Y ya el rey iba muy
triste y desconsolao y decía:
-¡Ay, si yo tuviera pan y
agua! ¿De qué me sirve ser rey y llevar tanto dinero si no encuentro pan y agua
que comprar?
Y venga a andar y venga a
andar, hasta que ya no podía aguantar el hambre y la sé que llevaba. Y dijo por
fin:
-Pues no hay más remedio
que partir la última naranja pa mojarme los labios. Pero si no tengo pan ni
agua, ¿de qué, de qué me sirve partirla, porque me pasará como con las otras
dos?
Y vengar a andar y venga
a andar, hasta que llegó ande estaba una fuente de agua cristalina. Y bebió agua
y dijo:
-Voy ahora a partir la
última naranja.
Y la partió y salió de
ella una dama muncho más guapa que las otras, y al momento le dijo:
-Dame pan.
Y le dice él:
-No te puedo dar pan
porque no lo tengo.
Y entonces le dijo la
dama:
-Pues si no tienes pan,
dame agua.
Y entonces le dijo él:
-Beba usté de esta agua
cristalina.
Y bebió ella agua y le
dijo él:
-Tú tienes que ser mi
novia y contigo me he de casar y serás reina.
Y ella le dijo que sí, y
le dijo él entonces que iba a por una carroza al palacio pa llevarla. Y la dejó
en un árbol mientras él iba al palacio.
Y en ese medio tiempo que
el rey se fué al palacio, llega una negra a la fuente con un cántaro a por
agua. Y ve a la dama que se reflejaba en el agua y dice:
-¡Oy, siendo yo tan
blanca y tan hermosa y yendo a la fuente a por agua! ¡Rómpete, cántaro!
Y tiró el cántaro y lo
rompió. Y se va entonces a su casa. Pero al llegar, se ve en el espejo y ve que
está tan negra como siempre y dice:
-Pero, ¿cómo es esto?
Y se va a la fuente a por
agua otra vez. Y llega y ve a la dama que se reflejaba en el agua y dice:
-¡Oy, siendo yo tan
blanca y tan hermosa y yendo a la fuente a por agua! ¡Rómpete, cantarete!
Y tiró otra vez el
cántaro y lo rompió. Y entonces la dama se ríe y la ve la negra. Y al punto
dice:
-Oye, ¿quieres que suba a
peinarte?
Pero aquélla le dice que
no. Y otra vez la dice:
-Oye, ¿quieres que suba a
peinarte?
Pero aquélla le decía que
no. Y tanto le estuvo ensistiendo, que ya dijo la dama que estaba güeno, que
subiera a peinarla. Y sube la negra a peinarla y le hinca un alfiler en la
cabeza, y al punto la dama se vuelve paloma. Y echa a volar la paloma y la
negra va y se pone en el árbol.
Y llega el rey a por su
novia y ve a la negra y le dice:
-¡Ay, que te he dejao tan
blanca y tan hermosa, y ahoraa tan negra que estás!
Y dice la negra:
-Es que con el sol me he
puesto morena.
Y el rey no tiene más
remedio que llevarla al palacio. Y la madre, cuando la ve, le dice al rey:
-Pero ¿cómo es esto? ¿No
me has dicho que tu novia era muy blanca y muy hermosa?
-Y le dice él:
-Sí, que era muy blanca,
pero con el sol se ha puesto morena.
Y la negra dice:
-Sí, sí; es que con el
sol me he puesto morena.
Güeno, pues se casaron. Y
un día llegó la palomita al jardín del palacio y se acercó ande estaba el jardinero
y le dijo:
-Jardinerito pulido,
¿cómo le va al rey con la reina mora? ¿Canta, ríe o llora?
Y el jardinerito le
contestó:
-Unas veces canta y otras
veces llora.
Y al otro día sucedió lo
mismo. Llegó la palomita ande estaba el jardinerito y le dijo:
-Jardinerito pulido,
¿cómo le va al rey con la reina mora? ¿Canta, ríe o llora?
Y el jardinerito le
contestó como antes:
-Unas veces canta y otras
veces llora.
Y ya el jardinero
entonces fué y se lo contó al rey. Y dijo el rey:
-Pues mañana voy yo al
jardín.
Y fue otro día al jardín
y se tumbó cerca de un rosal, haciéndose el dormido. Y llegó la palomita y se
puso a cantar en el rosal y él la cogió y se la llevó al palacio. Y la negra,
como ya sabía todo, al momento que le vió entrar con la palomita, le dijo:
-¡Oy, qué cosa más
asquerosa y fea!
Pero el rey no hizo caso
y llevó la palomita a la mesa, ande iban a comer. Y cuando los criaos pusieron
los manteles y los cubiertos, fué la palomita y echó una cagada en el plato de
la negra:
Y decía la negra:
-¡Oy, pero qué cosa más
asquerosa! ¡Sacarla y matarla! ¡Oy, qué asquero-sidá!
Pero el rey seguía
acariciando a la palomita, y fué la palomita y echó una perla en el plato del
rey. Y el rey entonces la coge y empieza a manusearla, hasta que le encuentra
el alfiler y dice:
-¡Toma! ¡Si tiene la
palomita un alfiler hincoe en la cabecita!
Y se lo saca y al punto
se vuelve la dama que era antes. Y se abraza el rey a ella y le dice:
-Tú eres mi reina.
Y al momento que la
palomita se volvió otra vez la dama, la negra se volvió un grajo muy viejo y
feo, y salió volando y diciendo:
-¡Gra, gra, gra, por aquí
va! ¡Gra, gra, gra, por aquí va!
Fuente:
Aurelio M Espinosa
003. España
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