Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 18 de octubre de 2012

La negra y la paloma


39. Cuento popular

Éste era un rey que tenía un hijo. Y murió el padre y quedó el hijo de rey. Pero como estaba soltero, le dijo a su madre la reina que iba a salir por el mundo a ver si encontraba novia con quien casarse. Y le dib la madre mucho dinero y se marchó.
Y venga a caminar y venga a caminar, hasta que ya tenía mucha hambre y mucha sé, pero no encon­traba ni comida ni agua. Y venga a caminar y venga a caminar, hasta que ya se encontró tres naranjas. Y se apeó de su caballo y las cogió y dijo:
-Güeno, pues gracias a Dios que ya he encontrao siquiera con que mojarme los labios.
Y va y parte una naranja. Y al partirla, salió de la naranja una dama muy guapa y le dijo:
-Dame pan.
Y le dice él:
-No te puedo dar pan porque no lo tengo.
Y entonces le dice ella:
-Pues si no tienes pan, dame agua.
Y le dice él:
-No te puedo dar agua porque tampoco la tengo.
Y entonces dijo la dama:
-Pues entonces a mi naranja me vuelvo.
Y se metió otra vez en la naranja y quedó la na­ranja como antes de partirla.
Gueno, pues, entonces se puso el rey muy triste y dijo:
-¡Ay, si yo tuviera pan y agua! ¿De qué me sirve ser rey y llevar tanto dinero cuando no encuentro ni pan ni agua que comprar?
Y otra vez se marchó camino alante. Y ya otra vez se moría de hambre y sé y dijo:
-Pues no hay más remedio que partir otra na­ranja.
Y partió otra naranja y salió de ella otra dama, más guapa que la otra, y le dijo:
-Dame pan.
Y él le contesta:
-Pero si no lo tengo, ¿de dónde te lo voy a dar?
Y dice entonces ella:
-Pues si no tienes pan, dame agua.
Y él le dice:
-Pero si tampoco agua tengo, ¿de dónde te la voy a dar?
Y dice ella:
-Entonces a mi naranja me vuelvo.
Y se metió en su naranja y la naranja quedó como antes.
Y ya el rey iba muy triste y desconsolao y decía:
-¡Ay, si yo tuviera pan y agua! ¿De qué me sirve ser rey y llevar tanto dinero si no encuentro pan y agua que comprar?
Y venga a andar y venga a andar, hasta que ya no podía aguantar el hambre y la sé que llevaba. Y dijo por fin:
-Pues no hay más remedio que partir la última naranja pa mojarme los labios. Pero si no tengo pan ni agua, ¿de qué, de qué me sirve partirla, porque me pasará como con las otras dos?
Y vengar a andar y venga a andar, hasta que llegó ande estaba una fuente de agua cristalina. Y bebió agua y dijo:
-Voy ahora a partir la última naranja.
Y la partió y salió de ella una dama muncho más guapa que las otras, y al momento le dijo:
-Dame pan.
Y le dice él:
-No te puedo dar pan porque no lo tengo.
Y entonces le dijo la dama:
-Pues si no tienes pan, dame agua.
Y entonces le dijo él:
-Beba usté de esta agua cristalina.
Y bebió ella agua y le dijo él:
-Tú tienes que ser mi novia y contigo me he de casar y serás reina.
Y ella le dijo que sí, y le dijo él entonces que iba a por una carroza al palacio pa llevarla. Y la dejó en un árbol mientras él iba al palacio.
Y en ese medio tiempo que el rey se fué al palacio, llega una negra a la fuente con un cántaro a por agua. Y ve a la dama que se reflejaba en el agua y dice:
-¡Oy, siendo yo tan blanca y tan hermosa y yen­do a la fuente a por agua! ¡Rómpete, cántaro!
Y tiró el cántaro y lo rompió. Y se va entonces a su casa. Pero al llegar, se ve en el espejo y ve que está tan negra como siempre y dice:
-Pero, ¿cómo es esto?
Y se va a la fuente a por agua otra vez. Y llega y ve a la dama que se reflejaba en el agua y dice:
-¡Oy, siendo yo tan blanca y tan hermosa y yendo a la fuente a por agua! ¡Rómpete, cantarete!
Y tiró otra vez el cántaro y lo rompió. Y entonces la dama se ríe y la ve la negra. Y al punto dice:
-Oye, ¿quieres que suba a peinarte?
Pero aquélla le dice que no. Y otra vez la dice:
-Oye, ¿quieres que suba a peinarte?
Pero aquélla le decía que no. Y tanto le estuvo ensistiendo, que ya dijo la dama que estaba güeno, que subiera a peinarla. Y sube la negra a peinarla y le hinca un alfiler en la cabeza, y al punto la dama se vuelve paloma. Y echa a volar la paloma y la negra va y se pone en el árbol.
Y llega el rey a por su novia y ve a la negra y le dice:
-¡Ay, que te he dejao tan blanca y tan hermosa, y ahoraa tan negra que estás!
Y dice la negra:
-Es que con el sol me he puesto morena.
Y el rey no tiene más remedio que llevarla al pala­cio. Y la madre, cuando la ve, le dice al rey:
-Pero ¿cómo es esto? ¿No me has dicho que tu novia era muy blanca y muy hermosa?
-Y le dice él:
-Sí, que era muy blanca, pero con el sol se ha puesto morena.
Y la negra dice:
-Sí, sí; es que con el sol me he puesto morena.
Güeno, pues se casaron. Y un día llegó la palo­mita al jardín del palacio y se acercó ande estaba el jardinero y le dijo:
-Jardinerito pulido, ¿cómo le va al rey con la reina mora? ¿Canta, ríe o llora?
Y el jardinerito le contestó:
-Unas veces canta y otras veces llora.
Y al otro día sucedió lo mismo. Llegó la palomita ande estaba el jardinerito y le dijo:
-Jardinerito pulido, ¿cómo le va al rey con la reina mora? ¿Canta, ríe o llora?
Y el jardinerito le contestó como antes:
-Unas veces canta y otras veces llora.
Y ya el jardinero entonces fué y se lo contó al rey. Y dijo el rey:
-Pues mañana voy yo al jardín.
Y fue otro día al jardín y se tumbó cerca de un rosal, haciéndose el dormido. Y llegó la palomita y se puso a cantar en el rosal y él la cogió y se la llevó al palacio. Y la negra, como ya sabía todo, al momento que le vió entrar con la palomita, le dijo:
-¡Oy, qué cosa más asquerosa y fea!
Pero el rey no hizo caso y llevó la palomita a la mesa, ande iban a comer. Y cuando los criaos pusie­ron los manteles y los cubiertos, fué la palomita y echó una cagada en el plato de la negra:
Y decía la negra:
-¡Oy, pero qué cosa más asquerosa! ¡Sacarla y matarla! ¡Oy, qué asquero-sidá!
Pero el rey seguía acariciando a la palomita, y fué la palomita y echó una perla en el plato del rey. Y el rey entonces la coge y empieza a manusearla, hasta que le encuentra el alfiler y dice:
-¡Toma! ¡Si tiene la palomita un alfiler hincoe en la cabecita!
Y se lo saca y al punto se vuelve la dama que era antes. Y se abraza el rey a ella y le dice:
-Tú eres mi reina.
Y al momento que la palomita se volvió otra vez la dama, la negra se volvió un grajo muy viejo y feo, y salió volando y diciendo:
-¡Gra, gra, gra, por aquí va! ¡Gra, gra, gra, por aquí va!

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

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