Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 18 de octubre de 2012

Estrellita de oro


38. Cuento popular

Éstos eran un rey y una reina que tenián una sola hija. Y se murió la madre y se volvió a casar el rey. Y todo iba muy bien hasta que la nueva reina tuvo una hija. Desde entonces la madre reina ya no quiso a la primera y comenzó a maltratarla. Y cuando ya creció la hija de la nueva reina, más mal trataban a la primera. La enviaban a lavar la ropa, a por agua a la fuente y a hacer otros quehaceres, y la hija de la reina se quedaba en casa y no hacía nada.
Conque un día envió la madrastra a la muchacha a lavar y le dió ropa llena de tizne, una cortecilla de jabón y un puchero de sopa. Y le dijo la madras­tra:
-Tienes que traer la ropa mu blanca, mu blanca, dos libras de jabón y el puchero lleno de sopa.
Y salió la muchacha muy triste y se encontró con una agüelilla, que era la Virgen. Y le dice la Virgen:
-¿Por qué vas tan triste?
Y la muchacha le contesta:
-Mire usté, que me ha enviao mi madrastra a la­var estas ropas al río y están llenas de tizne, y me ha dao esta cortecilla de jabón pa lavarla y este pu­chero de sopa pa comer. Y me ha dicho que vuelva con la ropa nm blanca, mu blanca, con dos libras de jabón y con un puchero lleno de sopa.
Y la Virgen le dice:
-Pues mira; no te apures. Toma esta cesta y mete en ella la ropa y el jabón, y cómete la sopa y después mira pal cielo.
Y así lo hizo la muchacha. Y cuando miró pal cie­lo, le cayó una estrellita de oro en la frente. Y lue­go fué a ver la cesta y la ropa estaba ya blanca, mu blanca y había dos libras de jabón. Y fué y se comió el puchero y en seguida se volvió a llenar.
Conque cogió todo la muchacha y se marchó pa su casa. Y cuando la madrastra la vió, le dijo:
-¿Has hecho lo que te he dicho que hicíeras?
Y le entregó la muchacha todo. Y cuando le vió la estrellita en la frente, le preguntó cómo había si­do eso. Y ya le contó la muchacha como la agüelilla le había dao todo eso y que le había dicho que mirara pal cielo y le había caído la estrellita de oro.
Conque la madrastra envidiosa entonces llamó a su hija y le dice:
-Ahora vas tú a lavar al río y llevas lo que la otra pa que vuelvas tú también con una estrellita de oro en la frente.
Y fué su hija con lo mismo que la otra. Y la en­contró la agüelilla y por envidiosas que eran ella y su madre, Dios las castigó. La Virgen le dijo que metie­ra toda la ropa y el jabón y el puchero en la cesta yy que mirara pal cielo. Y así lo hizo la muchacha. Y miró pal cielo y le cayó un rabo de burro en la frente. Y cuando fué a sacar la ropa de la cesta, la encontró negra, negra, el puchero estaba vacío y no había jabón. Y así se marchó a su casa con el rabo de burro en la frente.
Cuando llegó a casa, la madre se puso muy fu­riosa y más y más maltrataba a la otra. Y la gente le decía Rabo de Burro y a la otra Estrellita de Oro. Y la madrastra metió a Estrellita de Oro en la ceni­cera pa limpiar la cocina y sacar las cenizas. Y cuan­do llegó el domingo, dejaron a Estrellita de Oro en la cenicera y la madre y Rabo de Burro fueron a misa en coche. Y a pesar de que tenía un rabo de burro en la frente, la madre la vestía siempre mu bien pa que no pareciera tan fea. Y la gente decía:
-¡Riao, riao, riao! ¡Estrellita de Oro en la ceni­cera está! ¡Y Rabo de Burro en el coche va!
Conque ya una vez tuvo que ir el padre a un viaje mu largo. Y fué y les preguntó a sus hijas qué querían que les trajera. Y la Rabo de Burro dijo que ella que­ría un traje muy bonito, un sombrero de plumas y unos zapatos. Y Estrellita de Oro le dijo a su padre que todo lo que ella quería era que le trajera una varillita del primer árbol que encontrara.
Y se marchó el rey y lo primero que vió al salir fué un árbol y se apeó y cortó una varillita pa su hija. Y ya llegó a una ciudá y allí compró el traje, el sombrero y los zapatos pa la otra. Y volvió y les dió a sus hijas lo que le habían pedido.
Cuando unos días después, dió un rey vecino un baile porque era soltero y quería buscar novia. Y la madrastra fué y vistió a Rabo de Burro mu elegantepa que fuera al baile. Y a Estrellita de Oro le echó lantejas en las cenizas y le dijo que las limpiara. Y la dejaron en la cenicera y se fueron al baile en un coche mu rico.
Y la Estrellita de Oro cogió entonces su varillita, que era una varillita de virtú que la Virgen le envia­ba, y fué y dijo:
-¡Pajarillos, pajarillos, veniz a ayudarme!
Y vinieron muchos pajarillos y le limpiaron las lantejas en un momento. Y entonces le pidió la Estre­llita de Oro a la varillita de virtú un vestido inu rico de plata, de oro y de encajes y unos zapatos de oro pa ir al baile. Y se salió por la chimenea y se fué al baile tan campante en un coche muy elegante.
Y llega al baile y sale en seguida el rey a bailar con ella. Y venga a bailar y venga a bailar el rey con ella. Y se enamoró de ella y le dijo que si quería casarse con él. Y Estreliita de Oro sólo le decía cue más tarde le contestaría. Y Rabo de Burro y su madre, muertas de envidia, sin conocerla.
Y cuando ya era tarde, dijo Estrellita de Oro que tenía que irse. Y el rey montó en su coche y la acom­pañó a la puerta de su casa. Y en el camino ya le dió ella promesa de casamiento y ya eran novios, y dijo ella que vendría otra vez al baile. Y en seguida cuando llegó a su casa, le dijo a su varillita de virtú que la volviera como antes, y otra vez se víó en la cenicera.
Y ya llegaron Rabo de Burro y su madre del baile y decían:
-¡Ay, qué muchacha más bonita estaba en el baile! ¿Quién será? ¿Quién será? Y venga a bailar y venga a bailar con el rey toda la noche. ¿Quién será? ¿Quién será?
Y contestaba Estrellita de Oro:
-Mas si sí, más si no, ¿sí sería yo? Mas si sí, más si no, ¿si sería yo?
Y le decía la madrastra:
-¡Anda, gorrina, qué has de ser tú!
Y ya se llegó la segunda noche de baile y otra vez vistió la madre a Rabo de Burro mu elegante y se marcharon pal baile. Y a la Estrellita de Oro le echaron otra vez lantejas en las cenizas y le dije­ron que las limpiara. Y cogió ella su varillita de virtú y llamó otra vez a los pajarillos a que le ayu­daran a limpiar las lantejas:
-¡Pajarillos, pajarillos, veniz a ayudarme!
Y en seguida vinieron y le limpiaron las lantejas. Y le pidió entonces a la varillita un traje de oro y de plata y de los colores de todas las flores del mundo. Y se fué al baile en un coche más elegante que la noche primera.
Y el rey ya la estaba esperando porque ya eran novios. Y al momento que llegó, la sacó a bailar. Y venga a bailar y venga a bailar toda la noche con ella otra vez. Y ya muy tarde, dijo ella que tenía que irse a su casa, que otra noche vendría otra vez. Y el rey la acompañó a su casa. Y cuando llegó, le pidió a su varillita de virtú que la pusiera como antes. Y cuando llegaron las otras, hallaron a Estrellita de Oro en la cenicera y todas las lantejas ya limpias co­mo antes. Y otra vez decían:
-¡Ay, qué guapa estaba esta noche la princesa! ¿Quién será? ¿Quién será?
Y contestaba Estrellita de Oro:
-Mas si sí, más si no, ¿si sería yo? Mas si sí, más si no, ¿si sería yo?
Y la madrastra, llena de envidia, le decía:
-¡Cállate, gorrina! ¡Qué has de ser tú!
Otro día, cuando se llegó la noche, vistió la reina a Rabo de Burro más elegante que nunca y se mar­charon al baile. Y a Estrellita de Oro le echaron otra vez las lantejas en las cenizas pa que las lim­piara. Y luego que se marcharon, llamó otra vez a los pajarillos:
-¡Pajarillos, pajarillos, veniz a ayudarme!
Y vinieron en seguida y se las limpiaron. Y le pi­dió entonces a su varillita de virtú un traje más rico y más precioso que los otros y de campanillas de oro y de plata que fueran sonando. Y se vistió y se mar­chó al baile en un coche tirao por seis caballos blancos.
Y el rey ya la estaba esperando y en seguida la sacó a bailar. Y venga a bailar y venga a bailar con ella toda la noche. Y la llevó al comedor a comer y Rabo de Burro y su madre, llenas de envidia. Y se descuidó y se estuvo mu tarde en el baile, y cuando le dijo al rey que ya tenía que marcharse, echó a correr y se le salió un zapato y el rey lo cogió. Y se marchó ella sola esa noche pa su casa. Y llegó y la varillita la puso como estaba antes.
Y llegaron otra vez aquéllas a casa y decían:
-¡Ay, pero y qué guapa estaba la princesa esta noche! ¿Quién será? ¿Quién será? Y al salir del baile se le perdió un zapato y lo cogió el rey. Y dice el rey que se casa con la dueña de ese zapato. ¿Quién será? ¿Quién será?
Y contestaba Estrellita de Oro:
-Mas si sí, más si no, ¿si sería yo? Mas si sí, más si no, ¿si sería yo?
-¡Callate, tú, gorrina sucia! ¡Qué has de ser tú! -le decía la madrastra.
Otro día salió el rey por el pueblo donde vivía la reina, buscando a la muchacha que le viniera el za­pato de oro. Y por todas las casas iba el rey con el zapato y una se cortaba un dedo y otra dos, pero a ninguna le venía el zapato.
Y ya llegaron a la casa de la reina y fué Rabo de Burro y se cortó medio pie, pero ni así le vino el zapato. Y entonces preguntó el rey si había otra mu­chacha en la casa. Y contestó la reina que no, que sólo quedaba la que estaba en la cenicera, pero que ésa era mu fea y mu sucia. Y dijo el rey que la llamaran. Y cuando fueron a llamarla, salió Estre­llita de Oro vestida con su traje de oro y plata y de campanillas y con solo un zapato de oro. Y el rey al verla, la reconoció y le puso el otro zapato, que le vino perfectamente. Y se la llevó a su palacio y se casó con ella. Y a la madrastra y a la hermana las perdonó.
Y fueron mu felices y comieron muchas perdices y a mí me dieron con los güesos en las narices.

Fuente: Aurelio M Espinosa

003. España

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