Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 4 de enero de 2015

Altanero y generoso

Cierto hombre adinerado, llamado Khalil, tenía gran fama por su habilidad de mantener, al mismo tiempo, las dos características, ser generoso y altanero, consideradas por muchas personas, como determinantes de la naturaleza ideal del hombre.
Tenía un amigo llamado Aziz, un mercader rico, cuyos asuntos sufrieron serios daños a causa de una desastrosa transacción comercial.
Aziz llamó a su hijo Alí, y le dijo:
-Hijo mío, ve con el altanero y generoso Khalil, dile que te mandó tu padre; pídele que me preste la cantidad de plata equivalente a una carga completa de un camello, si tal puede ser su generosidad. Y asegúrale que le pagaré con creces cuando mis asuntos nuevamente estén en orden.
Alí salió hacia la casa de Khalil. Cuando llegó, fue conducido a la sala de audiencias, donde Khalil estaba sentado. Era tan altanero que apenas miró al joven y, sin incorporarse, dirigió su mirada hacia el lado opuesto a su visitante.
Sólo después de varias horas de espera, Alí pudo hacer su petición. Khalil lo miró, entonces, con aire de inmensa altanería, y dijo:
-¡Aléjate inmediatamente de mi presencia!
Mientras el desdichado Alí salía de la casa cruzando el patio, se le hizo entrega de la tienda principal de una larga fila de camellos, cada uno de ellos cargado con tantos sacos de oro, joyas y vestimentas de honor como podían llevar.
Aziz se mostró inmensamente feliz cuando Alí regresó con los tesoros. Y, después de muchos meses de trabajo, logró amasar una enorme fortuna. Entonces, dijo a Alí:
-Hijo mío, he aquí una gran caravana con el doble de la riqueza que Khalil, no obstante su altanería, tuvo la generosidad de prestarnos. Apresúrate a entregársela, con la gratitud de tu padre.
Alí fue nuevamente a la casa de Khalil y, en esta ocasión, tuvo que esperar varios días para ser recibido.
Cuando finalmente se le permitió hablar con Khalil, el cual seguía sentado en la misma forma, como si nunca se hubiese movido, le dijo:
-Noble señor. Soy Alí, hijo de Aziz, y vengo con el agradecimiento y saludos de mi padre, a devolverle, junto con una ganancia razo-nable, la cantidad de dinero que tuvo la generosidad de prestar a un pordiosero sin garantía alguna.
Khalil le miró durante un largo rato. Después, dijo:

-Alí, hijo de Aziz: tú y tu padre, aunque impresionados, no podeis comprender la naturaleza y la extensión de mis principales características. ¡Sal de aquí con tus camellos, tu dinero y tus bienes! La generosidad no consiste en hacer préstamos. Yo soy el banquero de tu padre.

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