¡Pobre
Nina! Todos sus amigos estaban de vacaciones y ella había cogido la
rubeola. Al cabo de dos semanas, cuando empezaba a aburrirse de
verdad, fue a verla su tía.
-Te
he traído un par de guantes -le dijo su tía, con un ligero guiño.
«Unos
guantes -pensó Nina. ¡Qué regalo más tonto!» No obstante, abrió
la bolsa y ¿qué creéis que había dentro? Un par de guantes en
forma de marioneta.
-¡Gracias,
tía! -exclamó abrazando a su tía con un solo brazo, mientras con
la otra mano intentaba mover la marioneta.
Después
de esto, nunca más volvió a aburrirse y casi se alegraba de estar
mala y poder así jugar con sus marionetas.
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anonimo cuento - 064
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