Érase
una vez un granjero que tenía una mujer muy hermosa y atractiva.
Sin embargo, un detalle le inquietaba. Por las noches, ella se
encerraba con llave en la última habitación de la casa. Por la
mañana, no hacía más que bostezar, estaba muy pálida y sus
zapatos estaban gastados, como si hubiera estado bailando.
El
granjero ardía en deseos de descubrir lo que tramaba, así que
decidió llamar al pastor que cuidaba sus rebaños. Le ordenó que se
escondiera detrás de la última puerta cuando llegara la noche y se
fijara bien en lo que ocurría.
Acababan
de dar las doce cuando un carruaje negro cruzó el portón del patio.
La mujer del granjero subió a él y, antes de que el coche se
hubiera puesto en marcha, el pastor consiguió encaramarse al
estribo. Condujeron toda la noche y llegaron antes de que tú te
despiertes. Te prometo que volverán mañana.
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anonimo cuento - 064
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