Un
día, un príncipe fue a pedir la mano de una princesa, pero esta se
negó a casarse con él. Cuando volvía a su palacio, se cruzó con
una vieja mendiga que le pidió una limosna. El príncipe le dio unas
monedas.
Ella,
tras agradecérselo muy amablemente, le dijo:
-Venís
del palacio de la princesa, ¿no es verdad? Yo puedo conseguir que
sea vuestra esposa.
Dicho
esto, le entregó unas cerezas.
-Dadle
las más maduras. A la princesa le entusiasman las cerezas y las
aceptará gustosa. Pero, en cuanto las pruebe, empezará a crecerle
la nariz. Le advertiréis que, si no se casa con vos, su nariz no
recobrará su tamaño normal.
Todo
ocurrió como había predicho la anciana. Y la princesa se casó con
el príncipe.
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anonimo cuento - 064
Llevo buscando este cuento por mucho tiempo, pero acá está incompleto.
ResponderEliminarPor favor, podría subirlo completo?