El
pueblo de Salovia vivía atemorizado por un gigante que, con un
águila como animal de compañía, habitaba en las cercanías.
Una
vez al mes, entraban en la ciudad y el gigante, al ver que las gentes
se escondían a su paso, se encolerizaba tanto que se dedicaba a
destrozarlo todo.
-¿Por
que no nos hablan? -preguntó el gigante.
-Si
les diéramos un espectáculo menos violento del que esperan, quizá
nos querrían más -respondió el águila.
Volvieron
a casa y prepararon una magnífica comida. A la mañana siguiente, la
metieron en unas cestas y la llevaron a la ciudad. Después,
repartieron los distintos platos en una mesa larga en pleno centro.
El
águila sobrevoló la ciudad y sus alrededores, invitando a todo el
mundo al banquete. Al principio, los habitantes tuvieron miedo.
Después, pudo más la curiosidad y, uno a uno, fueron saliendo de
sus casas y empezaron a probar la comida. Desde aquel día, el
gigante y su águila fueron siempre bienvenidos en Salovia.
A
veces la bondad se esconde bajo apariencias engañosas.
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anonimo cuento - 064
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