Para
su sexto cumpleaños, los padres de Tomás le regalaron una enorme
caja de arcilla para modelar y tuvo que soplar las seis velitas de la
tarta.
Lo
primero que se le ocurrió modelar fue a su perro Al.
-¿Vas
a representarme sentado o corriendo? -preguntó el perro.
-¡Seguro
que quiere representarte sentado sobre tus patas traseras! -respondió
la gata Kiti, un poco celosa.
-Parece
un perro de verdad -comprobó su padre aquella misma tarde, al ver el
resultado.
A
la mañana siguiente, se llevó el perro de arcilla y lo expuso en el
escaparate de su ferretería, situada en la plaza del pueblo. Le puso
alrededor del cuello un collar y una correa de verdad. Tan real era
el modelo, que al día siguiente había vendido todos los collares de
perro.
Así
que, cuando recibió el pedido de comederos para gatos, encargó a
Tomás que modelara a Kiti.
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anonimo cuento - 064
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