A
la orilla de un lago, dos pescadores se disputaban el mérito de
haber pescado una carpa muy pequeña. Por este pececillo sin
importancia, no tardaron en llegar a las manos.
-¡Es
mío! ¡Estaba en mi caña! -gritaba el primero.
-¡Es
mío! ¡Estaba en mi red! -vociferaba el segundo.
En
aquel momento, acertó a pasar por allí Tito, el hijo del herrero
del pueblo. Viendo a los pescadores pegarse sin ocuparse ya del pez,
que yacía medio muerto a sus pies, se dirigió hacia ellos y
devolvió a la carpa al agua.
-No
os pertenece a ninguno de los dos -dijo Tito. Seguirá perteneciendo
al lago. Volved el año que viene cuando haya crecido.
Un
tercero había decidido por ellos. Los dos pescadores tuvieron que
esperar al año siguiente para volver a probar suerte.
0.999.1
anonimo cuento - 064
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