Un
día, mientras su amo iba a comer, Bob, el perro pastor, tuvo que
quedarse él solo al cuidado del rebaño.
De
pronto, apareció un hombre. Bob lo reconoció al instante.
La
última vez que el pastor lo había llevado con él a la ciudad, Bob
había visto su retrato en la fachada del puesto de policía. A aquel
hombre lo buscaban por robo de ovejas.
Bob
corrió a la ciudad. Llegó hasta el puesto de policía y se puso a
ladrar tan fuerte que los policías comprendieron que quería
decirles algo.
Salieron
detrás de él y el perro les condujo hasta las cercanías de la
granja, donde el bandido estaba ya reuniendo las ovejas.
El
amo de Bob se sintió muy satisfecho al saber que su perro había
atrapado al ladrón. Aquella misma noche le dio para cenar un hueso
especial.
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anonimo cuento - 064
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