Cuando
las avellanas comenzaban a madurar, Sammy la ardilla hizo acto de
presencia en el jardín de Tomás. La ardilla vivía en el parque que
había junto a la casa.
-Tomás,
se me ha roto el cascanueces -se lamentó. ¿Por qué no le pides a
tu padre que te dé uno de la ferretería? ¿Quieres?
Cuando
Tomás y la ardilla llegaron a la tienda, el padre de Tomás le
propuso darle el cascanueces a cambio de que Sammy posara en el
escaparate.
-Sabes
muy bien que Sammy la ardilla no soporta que la gente la observe, ni
siquiera en el parque.
-Es
cierto -reconoció su padre. Entonces, haz que pose para ti como
modelo.
En
cuanto Sammy asintió con la cabeza, el padre de Tomás le regaló un
flamante cascanueces.
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anonimo cuento - 064
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