Éste
que era un viejo y una vieja muy pobre y que tenían muchos hijos. No
tenían qué darle a los hijos, y de verse tan abatidos por la
pobreza, que el viejo alzó un día l'hacha, agarró la marca de
marcar animales y una pala, y tomó sin rumbo pal campo.
Anduvo
mucho. Por áhi lo que iba halla un árbol grueso y se puso a
hacharlo. En eso llegó un zorro y le dijo:
-¿Qué
'tá haciendo, amigo?
-Aquí
estoy hachando este árbol hasta que se me raje la panza di hambre,
porque nu hi comíu nada en todo el día.
-No
se le dé cuidau -le dice el zorro, ya le voy a trair un cordero
gordo para que comamos juntos. Haga juego y esperemé.
Al
poco rato llegó el puma y le dice:
-¿Qué
'tá haciendo amigo?
-Estoy
hachando este árbol hasta que se me parta la panza di hambre, porque
mi hi comíu nada en todo el día.
-No
se le dé cuidau -le dice el puma. Haga mucho juego. Aurita le voy a
trair un capón gordo para que comamos juntos.
-Qué
va a trair este zonzo -dice el viejo y sigue hachando.
Al
poco rato llegó el tigre y le dice:
-¿Qué
'tá haciendo, amigo?
-Estoy
hachando este árbol hasta que se me parta la panza di hambre, porque
nu hi comíu nada en todo el día.
-No
se le dé cuidau -le dice el tigre. Aurita le voy a trair una tambera
gorda para que comamos juntos. Haga mucho juego.
El
hombre siguió hachando el árbol, lo voltió y le prendió juego. Ya
tenía un gran juego y se sentó en un tronco al lau del juego.
Al
poco rato llegó el zorro con el cordero. Después, ya llegó el puma
con el capón. Y luego no más llegó el tigre con la tambera.
-Bueno,
amigo, vamos a carniar -han dicho los animales.
Han
carniado, y cuando han terminado de carniar, han colgado la carne.
Entonce le dicen al viejo:
-Bueno,
amigo, usté ase la carne, nosotros vamos a dormir un sueño. Cuando
'sté la carne asada nos dispierta.
Que
el viejo no sabía cómo quitarles la carne, y de estar pensando,
puso la espiga de la marca en el juego a que se caliente. Alzó con
la pala una palada de rescoldo y se la echó en las verijas al zorro.
Éste pegó un grito y salió disparando. El viejo corrió, alzó la
marca y se la perdió en el trasero del puma. Corrió y alzó l'hacha
y le pegó unos ojazos al tigre. Áhi salieron los dos animales
bramando de dolor, y se botaron al campo.
Y
áhi el viejo alzó toda la carne y se jue a las casas a dar de comer
a los hijos. Y así los salvó.
Que
por áhi si han juntao el zorro, el puma y el tigre, y que le
pregunta el puma al zorro:
-¿Cómo
ti ha ido?
-Cayate,
¡viejo más manos caliente, éste! Mi ha puesto las manos en las
verijas y mi ha quemau. Tuavía ando lastimao.
-Nada
es eso -dice el lión, a mí me ha puesto
el dedo en el trasero y mi ha achucharrau la carne. ¡Qué viejo dedo
caliente ha sabíu ser!
-Y
a mí me ha dau unos guantones que agatas m' hi salvau.
Y
así el viejo asustó a los animales y salvó a los hijos del hambre.
Elena
Godoy, 20 años. Cañada Larga. Ancasti. Catamarca, 1954.
Cuento
627. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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anonimo (argentina) - 048
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