El
tigre había sentido decir que el hombre era muy valiente y que nadie
lo podía vencer, y como él creía que nadie lo podía vencer a él
había dicho:
-Yo
voy a peliar con el hombre y lo voy a dejar tirau en el suelo.
Todos
le decían que no juera, que el hombre era malo y que no lo podía
vencer ningún animal, pero como era porfiado el tigre, se jue a
buscarlo al hombre. Anduvo preguntando hasta que llegó a la casa del
hombre. El hombre tenía dos perros. Cuando lo vieron cerca al tigre
salieron los perros y lo encararon. El tigre le dio un manotón a uno
de los perros y lo dejó medio descaderau y al otro casi le sacó la
cabeza. Entraron los perros los gritos, medios muertos de dolor y
salió el hombre a ver lo que pasaba. Cuando lo vio el tigre, le
dijo:
-¿Vos
sos el hombre?
-Sí,
yo soy el hombre. ¿Qué querís conmigo? ¿Qué se te ofrece?
-Vengo
a peliar con vos. Mi han dicho que sos muy malo y te vengo a
demostrar que yo soy más valiente y más fuerte.
-Pero,
amigo -le dice el hombre, ¿cómo vamos a
peliar sin tener ninguna razón? Yo para peliar tengo que tener una
razón por lo menos para hacerlo.
-Bueno
-le dice el tigre, yo quiero peliarte y buscá una razón y peliemos.
Bueno,
el hombre le dijo que iba a buscar el libro de razones que tenía y
así podían peliar. El tigre esperó. El hombre salió con un
máuser. El tigre no conocía estas armas. Y entonces le dice el
hombre:
-Ahí
va una razón -le dijo el hombre, y le tiró un tiro.
El
tigre quedó con una mano rota y ya se dio cuenta que no podía con
el hombre. Con la mano colgando, muerto de dolor, disparaba y decía:
-Si
así son las razones cómo serán los encontrones.
Y
se acabó el cuento.
Manuel
Pacheco, 85 años. Malargüe. Mendoza, 1974.
El
narrador es nativo de la región. Ha pasado su vida en el campo, en
un puesto de las sierras (la precordillera).
Cuento
566. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1
anonimo (argentina) - 048
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