A
la princesa Dora le gustaba sentarse junto a la fuente del jardín.
Un día, mientras se entretenía trenzando una guirnalda de flores,
una rana verde saltó sobre el borde de la fuente.
-¿De
dónde vienes, ranita? -le preguntó.
-Vivo
siempre junto al agua -explicó la rana.
-
Y ¿qué haces aquí?
-Si
no me encuentras muy repugnante, acaríciame -le dijo la rana.
-No
te encuentro nada repugnante -aseguró la princesa, mientras la
acariciaba con dulzura.
En
aquel mismo instante, apareció ante ella un hermoso príncipe.
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anonimo cuento - 064
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