Bajo
un hermoso claro de luna, Simón volvía a casa con su madre. Habían
ido a ver a unos amigos y la visita se había prolongado hasta
entrada la noche. Simón no había visto nunca las estrellas brillar
con tanta intensidad.
-¡Mira!
-exclamó. ¡Una estrella fugaz! Me gustaría coger una y
regalártela, mamá.
-¡Qué
buena idea, Simón! -contestó su madre.
Cuando
pasaban por delante del lago, Simón apenas podía creer lo que veían
sus ojos, pues allí, en el fondo del lago, veía muchísimas
estrellas fugaces. «Deben de ser las estrellas que han caído a la
tierra» -se dijo. Un rato después, esa misma noche, se envolvió en
ropas de abrigo, salió de la habitación sin hacer ruido, cogió su
caña de pescar y dirigió sus pasos hacia el lago.
Allí
estaba cuando su madre lo encontró. Se sintió muy conmovida al
saber que Simón quería pescar para ella una estrella fugaz.
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anonimo cuento - 064
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