La
pobre señora Ratón estaba en una situación apuradísima. Tenía
tantos hijos que ya no sabía qué hacer. Y no sólo eran muchos,
sino que además estaban en cama con gripe.
-¿Qué
puedo hacer? -sollozaba. No hay nada de comer en casa y no puedo
dejarlos solos para ir a la compra.
Un
pajarito que acertó a volar por allí vio lo que ocurría y se
apresuró a contárselo a todos sus amigos.
Al
poco tiempo, la señora Ratón oyó un leve zumbido y, al asomarse,
vio que se acercaba un lento torbellino de alas. Al momento, llamaron
a la puerta. ¿Quién crees que era? Eran la señora Abeja con un
tarro de miel, la señora Pato con azúcar de caña y la señora
Libélula con pan y mantequilla.
La
señora Ratón no sabía cómo darles las gracias. Nunca hubiera
creído que sus amigos pudieran ser tan amables. Pero, como le dijo
la señora Abeja, «para eso están los amigos.»
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anonimo cuento - 064
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