Había
una vez una pequeña serpiente que siempre estaba metiéndose en
líos, hasta que un día su madre decidió atarle la cola a la suya.
Pero,
uno o dos días después, el nudo se había apretado tanto que
empezaba a hacerles daño. Tiraron tanto y tan fuerte para desatarse
que, en uno de los intentos, se salieron de su propia piel. Y se
sintieron tan bien en la nueva que, desde aquel día, decidieron
cambiársela a menudo y por eso las serpientes mudan de piel.
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anonimo cuento - 064
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