«Atraparé
a ese animal» -se dijo el granjero Mateo para sus adentros, al
comprobar que un zorro había robado una de sus gallinas. Descolgó
su escopeta y partió en su busca. Acababa de internarse en el bosque
cuando se topó con el zorro en cuestión, apoyado en un árbol. En
cuanto vio al granjero Mateo con su escopeta, el zorro comprendió
que el hombre iba tras él.
-Perdone,
señor granjero -dijo el zorro. Sé muy bien que me persigue porque
le he robado una gallina. Es cierto, he sido yo y no sabe cuánto lo
siento. Mi mujer y mis hijos tenían hambre y no había nada que
echarse a la boca. Así que, cuando vi que usted tenía tantas
gallinas, no pude resistirlo. Sé que merezco un castigo.
El
granjero quedó tan impresionado que dejó marchar al zorro, por su
honradez.
No
por esto dejó de cazar gallinas, claro está, pues los zorros no
pueden evitarlo. Pero, después de cada golpe, se alejaba cuanto
podía del bosque donde vivía el granjero.
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anonimo cuento - 064
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