Nuestro
amiguito africano se divertía de lo lindo en casa de su abuela. Si
quería dátiles, no tenía más que salir al jardín y coger cuantos
quería.
Si
quería una naranja, lo mismo. ¡Además, había piñas y plátanos
por todas partes!
Pero
algunos árboles eran tan altos que era imposible subirse a ellos.
¿Qué podía hacer?
Acertó
a pasar por allí una jirafa. El negrito le pidió que se quedara
quieta al lado del naranjo y él pudo subir, trepando por su cuello,
hasta alcanzar las ramas más altas. Así, pudo coger las naranjas
más gordas y más dulces.
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anonimo cuento - 064
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