Tic-tac
era un viejo reloj olvidado en una vitrina. Ya no funcionaba, porque
alguien, hacía mucho tiempo, había perdido la llave para darle
cuerda y, desde aquel día, sus agujas habían dejado de girar.
Un
día, una señora entró en la tienda en la que vivía Tic-tac y lo
compró por unas monedas.
Lo
llevó a su casa, lo limpió y lo colocó en un estante del aparador.
Después, abrió un cajón, en el que Tic-tac pudo ver un montón de
llaves de las empleadas para dar cuerda a los relojes. Tictac no lo
sabía, pero lo cierto es que el padre de aquella mujer había sido
coleccionista de relojes y la mujer estaba segura de que entre aquel
montón de llaves encontraría una para dar cuerda a Tic-tac.
Probó
varias y al fin encontró la adecuada. Cuando las agujas llegaron a
las 12 en punto, Tic-tac lo celebró con doce sonoras campanadas.
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anonimo cuento - 064
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