Jorge
era cabrero. Todas las mañanas, antes de amanecer, lleva-ba sus
cabras desde lo más hondo del valle hasta los pastos de la montaña.
Se
pasaba el día silbando. Las cabras lo seguían a todas partes y
nunca se perdían.
Un
día, su padre le regaló una flauta. Pero no conseguía que sonara
bien y, mientras tanto, las cabras se dispersaron.
Se
puso entonces a silbar y las cabras volvieron al momento.
Por
la noche le contó a su padre lo que le había ocurrido. El padre,
sonriendo, le dijo que tuviera paciencia, que tocar un instrumento no
era cosa de un día. Desde que lo ha conseguido, las cabras
Jorge
era cabrero. Todas las mañanas, antes de lo siguen cuando silba y
cuando toca su flautín.
0.999.1
anonimo cuento - 063
No hay comentarios:
Publicar un comentario