Todos
los inviernos, una bandada de gansos salvajes sobrevolaba la casa de
Elena, en busca de climas más benignos.
Elena
los esperaba, reconocía sus gritos cuando jugaba en el jardín.
Entonces, levantaba la cabeza y admiraba su vuelo majestuoso.
Una
vez, uno de los pájaros cayó justo a sus pies, con el ala rota.
Durante
todo el invierno, ella lo cuidó y, en primavera, cuando los gansos
regresan de los países cálidos, sacó al jardín al gansito, que ya
estaba curado.
En
cuanto vio la bandada de gansos salvajes, alzó el vuelo y se reunió
con sus hermanos.
Elena
se sintió un poco triste y se le hizo un nudo en la garganta cuando
vio que echaba a volar.
Pero
sabía que, aunque ella lo cuidara bien, sería más feliz con sus
hermanos.
0.999.1
anonimo cuento - 063
No hay comentarios:
Publicar un comentario