Un
zorro, al cruzar un prado, se topó con un magnífico grupo de ocas.
Ya empezaba a relamerse pensando: «Voy a devorarlas todas. Una tras
otra. ¡Menudo desayuno!»
Los
ocas gritaban de miedo, pero la más joven tomó la palabra:
-Si
tenemos que morir, ¡déjanos al menos cantar un último canto de
despedida!
-No
tengo prisa -aceptó el zorro.
La
primera entonó un canto, seguida después por todas las demás a
coro. El zorro ignoraba que se trataba de un canto de alerta.
Avisaron
así a la granjera, que acudió y echó de allí al zorro.
«La
próxima vez -se decía el zorro, sin dejar de correr. No perderé el
tiempo y aprovecharé siempre la más pequeña ocasión.»
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anonimo cuento - 063
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