Una
noche, cuando Albertito estaba a punto de quedarse dormido, miró por
la ventana y vio, en la oscuridad del jardín, una lluvia de chispas.
-¡Abuela!
–gritó. ¡Ven corriendo!
-No
te preocupes -le dijo su abuela, cuando comprendió de qué se
trataba. Sólo son luciérnagas.
-¿Cómo?
Su
abuela le explicó que las luciérnagas son unos bichitos que brillan
en la oscuridad, pues llevan siempre consigo un farolito.
-A
mí también me gustaría tener un farol para mí -dijo Alberto.
-Pronto
será tu cumpleaños. Quizá te regalen uno -le consoló su abuela.
Y,
unos días después, Alberto encontró en su habitación un gran
paquete envuelto en papel de colores sobre el que estaba escrito:
«¡Feliz cumpleaños, Alberto! Con todo el cariño de tu abuela.»
¿Habéis
adivinado lo que era? ¡Un farol, claro!
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anonimo cuento - 063
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