Un
día, el zorro invitó a la cigüeña a compartir su comida. Cuando
llegó a casa del zorro, este le sirvió en un gran plato una buena
ración de carne guisada. Pero, antes de que la cigüeña pudiera
probarla, el zorro la había engullido toda.
La
cigüeña decidió pagarle con la misma moneda. Preparó un pollo
delicioso y lo metió en una botella de cuello largo y estrecho.
-Sírvete,
zorro, no te de vergüenza.
El
cuello de la botella era tan estrecho que el zorro no pudo meter la
cabeza. La cigüeña, por el contrario, gracias a su largo pico,
devoró todo cuanto pudo.
-¿No
te gusta el pollo, amigo zorro?
-Claro
que sí, pero no puedo cogerlo.
-Si
me prometes no ser tan glotón como el otro día, te invito también
mañana.
Desde
entonces, el zorro y la cigüeña suelen comer juntos.
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anonimo cuento - 063
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