Estaba
un leñador cortando árboles al borde de un lago. Como el día
llegaba a su fin, estaba tan cansado que se le escapó el hacha de
las manos y fue a caer en el lago.
-Y
ahora ¿cómo voy a vivir sin hacha? -gemía el pobre leñador.
-¡Aquí
me tienes! -respondió una ondina, saliendo del agua. Y le lanzó un
hacha de plata, de excelente calidad.
-¡Pero
no es la mía! -exclamó el leñador.
-¿Y
esta? -preguntó la ondina tirando sobre la orilla, esta vez, un
hacha de oro.
-¡Tampoco!
-insistió.
Entonces
la ondina le tiró su verdadera hacha.
-¡Esa
sí es mi hacha! -exclamó, maravillado.
-¡Eres
un hombre honrado! -concluyó la ondina. Puedes quedarte con las
tres.
0.999.1
anonimo cuento - 063
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