Érase
una vez, en la antigua Roma, un león grande, fuerte y orgulloso como
todos sus congéneres. Un día, fue a clavársele una espina en mitad
de la pata. El dolor era tan fuerte que el león cojeaba y no era
capaz de cazar. Estaba a punto de morir de inanición, cuando dio en
pasar por allí un muchacho. Se trataba de un joven esclavo fugitivo.
Se llamaba Androcles y no llevaba ningún arma.
El
león se acercó a él y le tendió la pata. Androcles le arrancó la
espina con cuidado y el león se alejó camino del desierto.
Más
tarde, Androcles fue capturado y condenado a morir devorado por un
león en los juegos del circo. Sin embargo, cuando llegó el momento,
el león se le acercó sin hacerle ningún daño.
¡Qué
casualidad! ¡El león al que había salvado la vida le salvaba ahora
a él!
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anonimo cuento - 063
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