Se
acercaba el cumpleaños de Alejandro. Soñaba ya con un regalo:
deseaba, ansiaba una navaja como la de su abuelo. No pensaba en otra
cosa.
Pero
sus padres pensaban que era demasiado pequeño para regalarle un
cuchillo. Podía ser peligroso. Alejandro le contó a su abuelo lo
que ocurría y este le preguntó:
-¿Para
qué necesitas ese cuchillo?
-Para
tallar un silbato con una rama de sauce, como los demás niños de mi
clase. Todos tienen un silbato.
El
abuelo sonrió y cortó una rama de sauce. Le quitó la corteza,
talló la madera y fabricó un silbato. Después, cerró con cuidado
la navaja y le dio el silbato a su nieto.
Muy
pronto aprendió a tocar varias notas con su nuevo silbato y a imitar
el canto de los pájaros. Era el regalo más bonito que le habían
hecho en toda su vida.
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anonimo cuento - 063
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