En
su cumpleaños, Eric había recibido un bonito regalo de su hermana:
un magnífico oso blanco. Durante el día, el oso estaba muy callado,
pero cuando llegaba la noche, en el silencio de su cuarto, el oso le
contaba los secretos del Ártico, su país de origen.
Una
noche, el oso blanco le dijo a Eric:
-Hace
tiempo que vivo en tu casa, pero no me das nada de comer. Tengo
hambre, ¿sabes?
Eric
se preguntaba qué podía darle al oso blanco que le gustara.
Entonces, se le ocurrió una idea.
Fue
a la cocina sin hacer ruido, abrió el frigorífico, cogió algo de
dentro y regresó a su habitación. Aquella noche se comieron entre
los dos un riquísimo helado de vainilla.
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anonimo cuento - 063
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