Nico
se quedaba dormido todas las noches abrazado a un blandito almohadón
de plumas. Un día, cuando su madre vino a darle las buenas noches,
Nico le preguntó de qué estaba hecho su almohadón.
-De
plumas -respondió su madre.
Aquella
noche soñó que estaba jugando en el campo cuando un águila lo
atrapaba con sus garras. Elevaba a Nico por los aires y lo depositaba
en su nido, con sus cinco aguiluchos. El águila se marchaba entonces
a buscar alimento para sus polluelos. El nido se hallaba situado en
un saliente del acantilado, desde el que Nico podía divisar toda la
región. A su regreso, el águila intentaba hacerle tragar unos
gusanos. Nico dio un grito estridente que despertó a su madre.
-Era
una pesadilla -le dijo ella mientras lo abrazaba.
-Todo
iba bien -contestó- hasta que el águila intentó darme de comer...
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anonimo cuento - 063
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