Érase
un cabritillo solitario que no conseguía hacerse amigo de ningún
animal. Como cada vez estaba más solo, decidió abandonar la granja.
Anduvo
días y días y, por fin, llegó a las afueras de una gran ciudad.
Estaba un poco asustado pero, haciendo acopio de valor, atravesó las
puertas de la ciudad. Nunca había oído tanto ruido. En aquella
ciudad todo era estrépito, confusión y bullicio. Era más de lo que
podía soportar y decidió volver a casa.
-¿Dónde
estabas? -le preguntaron los animales. Te hemos echado de menos.
-No
sabía que me apreciarais. Antes, nunca hablabais conmigo -respondió.
-Es
porque somos tímidos. Pero, ahora que has vuelto, seremos tus
amigos. No te vayas.
Y
así fue como el cabritillo prometió quedarse allí para siempre.
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anonimo cuento - 063
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