En
un pueblo vivían dos hermanos: un rico granjero y un pobre labrador.
Un buen día, el primero mató un cerdo y su hermano le pidió un
poco de carne.
-¡Preferiría
darle una salchicha al diablo antes que darte nada a ti! -le
respondió el malvado hermano.
El
labrador se ofreció para llevarle la salchicha al diablo y se puso
en camino. De pronto, se dio cuenta de que se había perdido.
-¿Dónde
estoy? -murmuró.
-¡En
el infierno, claro está! -respondió un demonio surgido de la nada.
Y, a cambio de una salchicha, regaló al hermano pobre un salero.
Este
volvió a casa y, allí, vio que el salero le proporcionaba comida,
dinero, ropa. Y, como era generoso, en el pueblo ya nunca hubo
pobres.
-¡Quiero
que me devuelvas mi miel! -gruñó el oso.
-¿Tu
miel? -preguntó el zorro, extrañado, mientras se relamía.
-¡El
barril de miel que me robaste anoche!
-¿Para
qué iba yo a robarte la miel?
En
aquel mismo momento, una vocecita aguda llegó desde el fondo de la
guarida:
-¡Zorro,
el niño ha volcado la miel del oso y se ha manchado todo el suelo!
El
zorro corrió a su casa y volvió a salir con el tarro de miel en la
mano, diciendo:
-¡Era
una broma!
El
oso le propinó un zarpazo en la nariz. El zorro acabó con un ojo
morado.
-¡Era
una broma! -explicó el oso, mientras se iba con su tarro de miel.
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anonimo cuento - 063
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