Mientras
el molinero buscaba su escopeta, los ratones se movían tanto
buscando una salida que el gato había corrido a esconderse.
Al
no oír ningún ruido fuera, se pusieron a roer la tela. Y cuando
llegó el molinero con su escopeta, acababan de escapar. Tiró dos
veces sobre el saco. Como nada se movía, decidió finalmente que
allí no había nada sospechoso. Llamó al gato y los dos se fueron a
dormir.
Conscientes
de lo precario de su situación, los ratones decidieron marcharse del
granero. Pero, de pronto, uno de ellos se dio cuenta de que el
granero estaba lleno de harina, su comida favorita. Empe-zaron a dar
saltos de alegría y decidieron establecerse allí, pero con cuidado
de que nadie los viera.
¡Quizá
estén allí todavía!
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anonimo cuento - 063
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