Para
su cumpleaños, a Cecilia le habían regalado un gatito blanco y una
enorme muñeca de grandes ojos verdes y hermoso pelo negro.
Sin
embargo, Cecilia era un verdadero demonio. Hacía de rabiar al
gatito, agitando delante de él la muñeca y riéndose de sus vanos
esfuerzos por alcanzarla. Algunas veces, lo agarraba por las patas
delanteras y bailaba con él.
Tampoco
cuidaba mucho a la muñeca. La tenía abandonada, sin hacerle ningún
caso, en un rincón.
«Voy
a darle una lección» -se dijo su madre una noche. Se llevó el
gatito y la muñeca a casa de la abuela de Cecilia. Por la mañana,
al despertar, le dijo a Cecilia que los dos se habían marchado de la
casa en busca de una dueña más cariñosa. La niña se echó a
llorar, diciendo que, si volvían, les daría todo el amor que
merecían.
Dos
días después, estaban de vuelta. Cecilia cumplió su promesa y los
trató siempre con mucho cariño.
0.999.1
anonimo cuento - 063
No hay comentarios:
Publicar un comentario