Un
erizo conoció, un día, a un perro muy jactancioso.
-¡Corro
mucho más rápido que tú! -presumía este último. ¡Soy el animal
más rápido!
Cansado
de sus continuos desafíos, el erizo decidió retarle:
-Mañana
haremos una carrera y correremos cada uno hacia un lado del camino
-le dijo.
Al
día siguiente, a las doce en punto, se dio la salida. A mitad de
camino, el perro oyó la voz del erizo, que ya había llegado a la
meta.
-¡Eres
un lento! -le gritaba.
El
perro llegó a la meta y dio media vuelta... Y, otra vez a mitad de
camino, escuchó la voz burlona de su amigo.
El
perro, despechado, abandonó el juego y volvió a casa.
Nosotros
sabemos que un erizo no corre tan rápido como un perro. ¿Cuál fue,
entonces, el engaño? Muy fácil. El erizo le había pedido a su
hermano que se colocara junto a la llegada y gritara cuando el perro
estuviera aún a mitad de camino. Sin cansarse, el erizo había
conseguido hacer callar al vanidoso perro.
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anonimo cuento - 063
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