Érase
una vez un rey al que le gustaba la buena mesa. Un día le sirvió la
comida un nuevo pinche. Sobre el fogón había dos fuentes iguales,
cada una con su tapa.
-Date
prisa -le gritó el jefe.
El
muchacho cogió al azar una de ellas para llevársela al rey.
Este
último levantó la tapa. El pinche, espantado, comprendió demasiado
tarde que se había confundido de fuente. En aquella había seis
trozos de chorizo y unos huevos fritos, la comida de los cocineros.
-¿Qué
es esto? -preguntó el rey, al que nunca habían servido semejante
comida. ¡Huele muy bien!
Y,
antes de que el muchacho pudiera impedirlo, el rey se había comido
ya el primer chorizo.
-¡Delicioso!
-sentenció.
Y
a partir de aquel día los huevos fritos con chorizo entraron a
formar parte de su menú.
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anonimo cuento - 063
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