Una
gaviota plateada se hizo amiga de un elefante.
Siempre
jugaban juntos, hasta que al pájaro le llegó el día de su primer
vuelo.
«Si
pudiera volar» -se decía a sí mismo el elefante.
El
pájaro, agitando las alas, se elevó del suelo.
-¡Inténtalo
tú con las orejas! -le dijo al elefante, mientras revoloteaba a su
alrededor.
Se
escuchó un potente ¡BUFF! y el elefante planeó sobre la tierra.
-¡No
dejes de mover las orejas! -le aconsejó la gaviota.
El
elefante tomó altura. Miraba hacia abajo. Ahora, ¡todo le parecía
tan minúsculo!
-¿Cómo
voy a aterrizar? -preguntó, inquieto.
La
gaviota le hizo una demostración y, poco después, el elefante se
posaba en tierra.
-Nunca
pensé que un elefante pudiera volar. Sin embargo, me alegra saber
que puedo hacerlo si de verdad quiero -concluyó el elefantito.
La
gaviota le confesó:
-Puedes
hacer todo lo que te propongas, si no regateas esfuerzos.
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anonimo cuento - 063
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