Un
día, quiso Bernardo ir a buscar a su hermana a la salida del
colegio.
-Bueno,
¿si quieres? -le dijo su madre. Pero llévate al perro.
Era
un perro pequeño pero tenía una fuerza fuera de lo común. Llegaron
a un cruce. De repente, el perro vio a Alicia y empezó a ladrar con
furia. Para llegar hasta donde estaba ella, empezó a tirar y a tirar
de la correa. Sin quererlo, Bernardo vio que podía con él, que lo
arrastraba y cruzaba la calle con el disco rojo.
Se
escuchó entonces un chirriar de frenos. Claro está, el perro no se
preocupaba de si el semáforo estaba verde o rojo para los peatones.
-Para
cruzar -le explicó Alicia- debes esperar a que el muñeco se ponga
verde. Mientras esté rojo, no puedes moverte -lo reprendió con
severidad.
Desde
entonces, el perro mira siempre con cuidado antes de cruzar.
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anonimo cuento - 063
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