Había
un hombre muy alto al que todos llamaban Alto. Otro, al que le
gustaba la buena mesa, apodado Gordo. En cuanto al tercero, tan
astuto era que cuando hablaban de él decían «el Pillo». No se
conocían entre ellos.
Una
noche, llevado por sus delirios de grandeza, Alto robó tres sacos de
oro de un castillo, aprovechando el bullicio de una fiesta. Gordo,
que se había colado entre los cocineros para poder probar los
manjares del banquete, vio cómo huía con el botín. Renunciando a
saborear aquellas golosinas, decidió dar caza al ladrón. Estas
maniobras no pasaron desapercibidas para Pillo, quien, mezclado con
la multitud, esperaba la ocasión de dar un buen golpe.
Se
encontraron a las puertas del cementerio... La guardia venía
pisándoles los talones. Entonces, Pillo les propuso que hicieran
desaparecer las pistas y se marcharan cada uno en una dirección con
un saco de oro.
Hay
quien dice que Alto se hizo construir un palacio, que tomó como
cocinero a Gordo y a Pillo como consejero.
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anonimo cuento - 063
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