A
la familia Cuervo le encantaba cenar lombrices. Un día, en el jardín
en que se habían establecido, la cocinera puso a enfriar en el
alféizar de la ventana una fuente de espaguetis.
«¡Que
lombrices más enormes!» -pensó mamá Cuervo. Y cogió con el pico
unos cuantos espaguetis para sus pequeños. Los pajaritos empezaron a
dar graznidos de alegría cuando los vieron. Sin embargo, en cuanto
los probaron, empezaron a escupir aquellas extrañas lombrices.
¡Sabían a ajo!
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anonimo cuento - 063
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