Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de febrero de 2015

La niña que jugaba a las muñecas .993

Era una niña muy buena, que quería mucho a sus muñecas. Era en el campo.
Los padres siempre le decían:
-No te alejes muy lejos de la casa con tus muñecas porque te vas a perder.
Un buen día, ella salió de la casa a jugar con sus muñecas y vino un jote. Andaba un jote revolotiando y le alzó la muñequita y se la llevó. La nena en lugar de volver para la casa siguió al jote con su muñeca para quitarselá. Y ya ella siguió y siguió y se perdió de su casa, que no volvió más.
Esa noche se quedó alojada arriba di un árbol. Al otro día a la mañana, cuando salió el sol y ella de arriba miró, muy lejo vio un humito que salía y se fue para donde estaba el humo. Llegó a la casita que era un ranchito y había solamente una olla hirviendo en el fuego y no había nadie. Habían dos camas. Y ella agarró y hizo las camas y limpió, y hizo la comida. Entonce hizo pan, lo coció.
Ya eran las doce cuando llegaron dos jóvenes. Caminaban al mismo paso los dos. Hablaban al mismo hablar. Y llevaban la cuchara al mismo compás, de los dos hermanos.
Cuando estos hermanos llegaron a la casa, encontraron su casa limpia, su ranchito limpio, se azoraron. Entonce buscaban.
-¿Quién será? ¿Será la madre de Dios que ha venido? ¿Quién será?
Y ella se escondió abajo de una batea.
La andaban buscando. Ella andaba con un vestidito floriado. Vieron el pedacito, y entonce levantaron la batea, y era la niña. Ella pidió:
-¡No me maten, por favor, que ando perdida!
Entonce los jóvenes estos le dijeron:
-No, hermana. Vas a ser la hermana de nosotros que estás en la casa. Sos una hermana para nosotros.
Esta chica se quedó áhi, con estos dos muchachos. Estos muchachos iban al trabajo. Venían al mismo paso los dos. Llegaban, comían al mismo tiempo los dos.
Bueno... Ya hacía mucho tiempo, y trabajaban en la casa de un rey soltero. Entonce el Rey se fue un día a caminar por el campo y llega a la casa, y la vio a esta niña y se enamoró de ella. Y se la llevó a la chica. Y los hermanos, estos dos hermanos se volvieron bueycitos los dos.
Ella, cuando ella estaba con el Rey en el palacio, los acariñaba mucho a los bueyes y le decía siempre:
-No los hagas trabajar mucho a estos bueycitos.
-No, ellos trabajan a la voluntá de ellos.
Bueno, 'tuvo mucho tiempo áhi. Y tenían una negra de sirvienta.
El Rey se fue a pasiar, al campo, a andar. Y viene la sirvienta y le dice:
-Mire, patroncita, unté es tan bonita, ¿quiere que la peine?
Y la señora, la Reina, le dice:
-No, m'hija, no.
Y entonce, claro... La señora había tenido un niño del Rey. Entonce lo tenían en la cuna.
Y agarra ella, y le dice que bueno, tanto que le esigió la negra. La negra la peinó y le clavó un alfiler de esas cabecitas de palomita que habían antes, en la corona, a la Reina. Y se volvió una palomita y se fue al campo. La negra era bruja.
Bueno... Y después, cuando llegó el Rey, el Rey intranquilo porque la vía que era la negra, y la negra le contestaba de que había estado mucho al sol, y si había puesto negra. Pero, él no creó mucho. No confiaba, que algo había pasado. Y el nene lloraba en la cuna. Y ella hacía como madre. Y la vía a la negra, que era como hijo de ella, como la madre no estaba.
Bueno. Hacía como ya do, tre día. Y le dice un día el hortelano:
-Mire, mi Rey, viene una palomita y se para en ese poste del alambre y dice:
-¿Qué hará el Rey mago con su reina mora?
-Yo por los tristes campos, a veces canto y a veces lloro.
-El nene llora en la cuna y el Rey se amura con la negra.
El hortelano le dijo al Rey. Entonce el Rey le dice:
-Mirá, vos vas a llevar emblea y le vas a poner; y agarrás la palomita sin lastimala, lo más cuidado que puedas.
Bueno. Llega la palomita un día. Se para en el poste otra vez y dice:
-¿Qué hará el Rey mago con su reina mora?
-Yo por los tristes campos, a veces canto y a veces lloro.
-El nene llora en la cuna y él se amura con la negra.
Y entonce quiso volar la palomita y se quedó pegada. Y la agarró y la llevó. Y se la llevó al Rey. Entonce el Rey fue y se fue adentro del baño. Y le empezó a cariñala. Le empezó a buscale y le encontró una alfiler en la cabecita, que la negra le había embrujado con el alfiler para volverla palomita. Se lo sacó y se volvió su señora, como era ella, pero desnuda. Él fue y le trajo ropa y le puso. Y entonces fue ella, y le dice el Rey:
-¿Cómo fue esto?
Ella dice:
-No, fue la sirvienta, que me dice que me peinaba y me ha puesto l'alfiler, 'onde mi volví un pajarito, y me fui al monte. Entonce el Rey agarró y hizo matar a la negra. Trajo una manada de yeguas y agarró los potros más ariscos que había, con los piones, y la ató de un pie a cada caballo. Y fueron dos caballos, y los largó al monte que se matara la negra.
Y vivieron felices muchos años. Y se acabó el cuento.

Ana Rosa Chandía, 67 años. Catán-Lil. Neuquén, 1970.

Campesina analfabeta.

Cuento 993. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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